Más que la del espectáculo, nuestra sociedad es la de la
vigilancia. No estamos sobre las gradas ni sobre la escena, sino sobre la
máquina panóptica; vemos y somos vistos, comprendemos y reproducimos porque
somos una parte de su engranaje. Michel Foucault describe así en Vigilar
y Castigar el diseño de Bentham para la nueva prisión panóptica. Un
gran hermano del que formamos parte, como piezas en funcionamiento.
La idea más interesante de este esquema es que nosotros y nosotras
somos, al final, nuestra propia vigilancia. Vigilamos la correcta disciplina
de nuestro cuerpo, y nos cuidamos de no salir de la senda, de no incumplir la
norma, de no quebrar el muro; porque el gran hermano nos vigila, o eso creemos.
Al final,
puede que la más severa vigilancia sea la propia, y que no haga falta más que
tomar conciencia de ello para cambiar aunque sea la primera línea de acción y
pensamiento. Transitamos por un espacio compuesto de ideas, de valores y
convenciones que, ciertamente, en muchas ocasiones van en contra nuestra. Y las
viejas ideas, dijo Dewey, se hacen a un lado despacio, porque son algo más que
formas abstractas. Son hábitos de pensamiento y actitudes profundamente
enraizadas; pero eso no quiere decir que no podamos cambiarlas.
Este blog
es un espacio para cuestionar esa vigilancia y esas ideas; para tratar de
comprender de dónde vienen y cómo nos atraviesan. Un espacio para compartir
reflexiones, sin ninguna pretensión concreta, sobre esas dinámicas de poderes y
deseos, sobre esas convenciones naturalizadas que pretenden controlar y
administrar, sobre todo, nuestros cuerpos. Creo que pensar, hablar, escribir y
ejercitar el diálogo y la crítica, es la manera de colocarnos en el principio
de un cambio. Pero insisto: sin ninguna pretensión; sería más prudente, quizá,
visualizarse como Neville en Las Olas, cuando exclama en su conciencia
"sólo sé que me encuentro en el umbral, y que esto no es sino un
comienzo."
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